El vending mas original,manoletinas en discotecas

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Quien no haya vivido alguna vez la situación es que no ha salido nunca de marcha. Seis de la mañana, a las puertas de cualquier antro, boite, discoteca o club privado: aquí no importa la clase social sino el cansancio tras hacer eso que tanto gusta a la población española, esto es, salir de marcha. Ellas, monísimas pero agotadas tras toda la noche bailando, no pueden soportar más el dolor que les provocan los tacones y acaban descalzándose para volver a casa con los pies desnudos o en brazos de algún amigo piadoso.

Pues bien, el vivir a merced de los desperdicios que siempre hay en los suelos de la calle se ha acabado: en Reino Unido dos empresas acaban de exprimirse el limón para conseguir posicionar su producto en el lugar en el que los consumidores más lo demandan pero que hasta ahora nunca habían podido encontrar allí. ¿Su idea? Llevar al vending a una nueva dimensión ofreciendo máquinas que en vez de tabaco o preservativos despachen calzado cómodo para poder acabar la noche como unas reinas y no convertidas en cenicientas posmodernas.

La primera de las empresas, Rollasole, vende su producto en máquinas de vending por un precio de cinco libras esterlinas (5,6 euros) y lo ofrece en varios colores: plata, oro, negro y rosa y ya sabe lo que es el éxito. La cadena de discotecas Oceana, donde se instalaron dos máquinas de vending de la firma, vio cómo los zapatos se agotaban en cuestión de minutos.

La otra compañía, Afterheels, vende su producto por un precio parecido pero con el valor añadido de ser sostenibles, o al menos eso aseguran: fabricado en Inglaterra, el cuerpo del zapato está fabricado en materiales sostenibles que no tardan en hacer el proceso de biodegradado más que una hoja de roble y la suela de polipropileno es reciclable.

¿Qué hacemos entonces con los zapatos de tacón una vez que los pies ya respiran tranquilos en su nuevo y plano hogar? También eso está pensado: en todos los casos los after party shoes vienen acompañados de una bolsa para poder guardar los stilettos. Ahora sólo falta que lleguen a España y nuestros pies, tan acostumbrados a ir de fiesta, puedan respirar tranquilos.

via; el confidencial

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